Tras una epizootia se impone una limpieza a fondo de los
locales, con la adecuada desinfección para dejarlos en condiciones de recibir
nuevos animales. Se incluyen en estas tareas la retirada de la cama y residuos,
destrucción de los gérmenes patógenos mediante tratamiento con sosa u otro
desinfectante, flameado, fumigaciones o repintados; eliminación total y segura
de parásitos de todo tipo y también de insectos, tales como moscas, cucarachas,
etc., portadores de muchas enfermedades. Al desinfectar los alojamientos estos
quedan saneados, pero la medida resultará inútil si de nuevo se alojan en ellos
animales portadores de agentes infecciosos.
Las normas de desinfección no deben limitarse a un repaso
superficial, sino que habrán de repetirse, con particular insistencia en
aquellas zonas donde vivieron los animales enfermos.
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