La
inseminación consiste en el acto de depositar el semen en el aparato
reproductor de la hembra. En condiciones naturales, esto lo hace el macho, pero
el hombre puede intervenir y realizar la inseminación de manera artificial, es
decir, sin la participación directa del macho.
Cuando
un toro eyacula en la vagina de una vaca, podemos obtener una preñez y,
probablemente, un becerro. Si ese eyaculado es recolectado, procesado y congelado
adecuadamente, se pueden obtener más de 200 dosis de inseminación con las que
pueden preñarse unas 120 vacas y obtenerse más de 100 becerros, ¡con un solo
eyaculado!
Si
utilizamos los mejores toros, obtendremos muchos hijos de superior calidad
genética, que se expresa en más kilos de carne, más litros de leche, mejor
conformación física, mejor conversión de alimentos, camadas más numerosas y, en
general, mejores características productivas de nuestro interés. Pero para que
esto así ocurra, debemos garantizar a los animales unas condiciones sanitarias
y alimenticias suficientes, que les permitan expresar al máximo su potencial
genético.
La
historia de la inseminación artificial es larga, y aún en nuestros días resulta
difícil precisar el origen de este método de fecundación y el momento en que se
realizó por primera vez.
La
Biblia relata que en la época pastoril Jacob prometió a su yerno Laban todos
los corderos manchados que nacieran en su rebaño. Aunque no se conoce el método de reproducción
empleado, se presume que de alguna manera la intervención del hombre determinó
la aparición de un enorme número de corderos manchados en un período muy corto,
por lo que se presume la posibilidad de que hayan usado la inseminación
artificial.
Figura
1.
Momento en que se práctica la Inseminación Artificial.
Cuenta
una leyenda árabe del siglo XVI, que una tribu deseaba obtener descendencia de
sus yeguas con un caballo de extraordinarias características perteneciente a
una tribu enemiga. Para lograrlo, escondidos en la oscuridad de la noche,
aprovecharon el momento en que el padrillo servía una yegua y obtuvieron semen,
recogiéndolo de la vagina de la yegua recién servida en un pedazo de tela y lo
colocaron en la vagina de una de sus yeguas en celo, con lo que obtuvieron un
magnífico ejemplar.
La primera noticia cierta de una
inseminación artificial exitosa proviene de Italia. El monje y científico
Lázaro Spallanzani, en 1779, realizó la inseminación de una perra en celo con
semen proveniente de un perro, obteniendo 2 cachorras y un cachorro con las
características de sus padres. Este descubrimiento tuvo una gran importancia en
el mundo científico de aquellos días. En 1782, Spallanzani encargó al Profesor
Pietro Rossi del Ateneo de Pavia la experimentación de la inseminación
artificial en la perra, de acuerdo con la técnica empleada por él, lo que
produjo un pleno éxito y la confirmación del hallazgo de Spallanzani.
A partir de ese momento la Inseminación Artificial llamó poderosamente la atención de todo el mundo; se consideraba que esta técnica resolvería grandes problemas de la reproducción, no sólo en animales, sino en humanos también. Se comenzó a practicar el método en la especie humana, siendo seriamente cuestionado ética y moralmente. La intervención de la Iglesia, prohibiendo la aplicación de la técnica hizo que se redujera considerablemente el interés en la Inseminación Artificial.
A partir de ese momento la Inseminación Artificial llamó poderosamente la atención de todo el mundo; se consideraba que esta técnica resolvería grandes problemas de la reproducción, no sólo en animales, sino en humanos también. Se comenzó a practicar el método en la especie humana, siendo seriamente cuestionado ética y moralmente. La intervención de la Iglesia, prohibiendo la aplicación de la técnica hizo que se redujera considerablemente el interés en la Inseminación Artificial.
En
el año 1900 el inglés Heape describió el comportamiento sexual cíclico de las
hembras domésticas e hizo renacer el interés por la intervención del hombre en
la reproducción de los animales. Pero fue en 1914 cuando la Inseminación
adquirió verdadero auge. El Profesor Amantea, de la Escuela de Medicina de Roma
inventó la vagina artificial, lo que vino a resolver el problema de la
recolección del semen de los machos domésticos, que hasta ese momento se
obtenía por masturbación manual.
Rusia
fue el primer país que inseminó gran cantidad de animales. En 1907, el
científico Ivanov inició la difusión de la técnica y el entrenamiento de
cientos de inseminadores. Luego de 30 años, ya habían inseminado 120.000
yeguas, más de un millón de vacas y 15 millones de ovejas, en más de 6000
centros de inseminación.
Otros
pioneros hicieron también importantes aportes a la técnica que hoy conocemos:
Salisbury produjo, en 1942, un diluyente muy efectivo para refrigerar el semen.
Diez años después, Polge y Rowson resolvieron el problema de la cristalización
de los espermatozoides y lograron congelar el semen en nitrógeno líquido.
Figura
2.
Momento en que se práctica la recolección de semen de toros de alto valor
genético.
La
Inseminación Artificial ofrece una serie de ventajas para la explotación
ganadera, entre las tenemos:
- Previene la diseminación de enfermedades de transmisión sexual. La Campilobacteriosis y Tricomoniasis Genital Bovina y algunas enfermedades virales son ejemplos de enfermedades transmitidas por toros infectados en monta natural. Estas enfermedades causan infertilidad, repetición de servicios, muerte y momificación fetal y aborto.
- Hace posible el apareamiento de más vientres con los mejores toros del mundo. En algunos casos, se han obtenido hasta 200.000 hijos de un toro probado. Por eso, los toros utilizados deben tener datos de su valor genético (TPI, DEP, etc.)
- Los programas de selección genética arrojan resultados más confiables, ya que se dispone de mayor cantidad de información cuando se usa la Inseminación Artificial.
- El uso de la Inseminación Artificial es más económico que la adquisición, cuidado y mantenimiento de toros en el rebaño. Además, los toros que se utilizan para inseminación tienen características genéticas muy superiores a los toros que podamos conseguir ordinariamente en el mercado.
- Facilita la utilización de material genético de alta calidad en granjas con baja población de animales, en las que no es posible adquirir un toro.
- Evita el traslado de animales, ya que en los casos en que los vientres están en un lugar diferente, en vez de trasladar al toro, trasladamos el termo con semen.
Como puede apreciarse, gran cantidad de aspectos favorecen el uso de esta técnica. La mejora en las áreas de Sanidad y Genética, además de importantes consideraciones económicas hacen de la IA una técnica de elección para los programas reproductivos en la ganadería. Sin embargo, también existen algunas desventajas:
- Requiere la participación de personal debidamente capacitado y entrenado en esta actividad.
- Se necesitan instalaciones (manga, brete, corrales), materiales y equipos (termo, semen, equipo de IA) y condiciones mínimas de manejo de rebaño (identificación individual, sanidad, alimentación, registros)
- Hay que detectar celos a los vientres diariamente.
- Puede difundir patologías de origen genético que no hayan sido diagnosticadas en los toros.
Bibliografía
Guía
de Estudio de Inseminación Artificial en Bovinos Práctico - Teórico del Prof. Alejandro
Correa M. de la Universidad de Oriente, Escuela de Zootecnia, Departamento de
Biología y Sanidad Animal, Núcleo Monagas, Venezuela.
fue Laban el que le prometió a su yerno Jacob...
ResponderEliminarmuy bueno este blog,,,felicitaciones