La conservación de forrajes consiste en el almacenamiento de materiales fibrosos para utilizarlos en determinadas épocas del año. Estos procesos de conservación causan pérdidas de nutrientes en el forraje, pero permiten almacenarlos por largos períodos de tiempo, y tener forraje garantizado para épocas críticas. Las dos técnicas más comunes de conservación son la henificación y el ensilaje.
La henificación
Consiste en conservar los forrajes mediante una drástica eliminación de la humedad (agua) que contienen. Se pasa de 80-85 % de humedad, a tener menos de 20 %, mediante el secado al sol. La calidad del forraje a henificar depende primordialmente de los intervalos entre cortes; materiales de menor edad tienden a producir henos de mejor calidad principalmente por la relación hojas/tallos (a más hojas mejor calidad). Para tener un buen control de la edad de los materiales a henificar, es necesario tener sistemas de riego y abundante sol.
La especie más común para producir heno es la gramínea Transvala (Digitaria decumbens cv.), pero también se usan el Suazi (Digitaria suazilandensis) y el Brachipará. También se produce heno a partir de rastrojos de cultivos (sobre todo de arroz), pero su calidad es más difícil de estandarizar.
Para mejorar la calidad del heno producido se ha intentado combinar la siembra de gramíneas con leguminosas de piso. La presencia de la leguminosa mejora la calidad del heno, además aumentar el aporte de N al suelo y a la gramínea.
El ensilaje
Consiste en conservar los forrajes mediante su almacenamiento en fresco (húmedo) en ausencia de oxígeno. Para ello el forraje a conservar se pica, se amontona y se compacta para eliminar el aire (oxígeno); ciertas bacterias presentes (que se desarrollan sin oxígeno), proliferan y producen ácido láctico, sustancia que conserva el forraje de una forma análoga a lo que hace el vinagre en los encurtidos. Para garantizar una buena fermentación láctica se pueden agregar diversos aditivos (inóculos, enzimas, melaza, granos, urea) que mejoran el crecimiento bacteriano y la calidad del producto final.
Existen muy diversos tipos de estructuras/contenedores para la elaboración de ensilados; desde instalaciones muy sofisticadas (silos metálicos o de cemento) hasta pequeñas bolsas plásticas. Todos tienen ventajas y desventajas, dependiendo de la situación de cada productor. Cualquier planta se puede ensilar, pero lo más común es la siembra de gramíneas de grano (sorgo o maíz) o forrajeras de volumen como las del género Pennisetum (King Grass, Camerún, Malfalfa, Cuba 22). Dependiendo del tipo de silo utilizado y de la cantidad a procesar, se utiliza equipo y maquinaria agrícola sofisticados. Generalmente se requiere de picado del material, transporte al silo, compactación, y transporte al momento de usarlo. Algunos materiales se pueden ensilar sin el picado, sobre todo si tienen muy buena relación hoja/tallo, como es el caso de Cratylia argentea.
Referencia Bibliográfica
PÉREZ, E. 2017. Manual de Manejo: Sistemas intensivos sostenibles de ganadería de leche. Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA). San José, Costa Rica. 54 p.
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